martes, 21 de febrero de 2012

La triste historia del gigante extremeño

Cada día paso por la puerta del Museo Nacional de Antropología, cerca de Atocha, en Madrid.  Es un museo pequeño, de curiosa arquitectura neoclásica, muy bien organizado y tremendamente aburrido.  Lo verdaderamente interesante son los restos del gigante extremeño...

Se llamaba Agustín Luengo Capilla y nació en Puebla de Alcorcer el año 1826. Fue conocido con el sobrenombre de El Gigante Extremeño y probablemente fue el español mas alto de todos los tiempos. Su talla era de 2 metros y 35 cm.
Fue un niño enfermizo y durante su juventud trabajó en un circo como atracción, exhibiendo sus descomunales manos, capaces de ocultar un pan de 1 Kg y sostener una cuartilla de grano o aceitunas.
Al ser la casa de sus padres de reducidas dimensiones tuvieron que hacer agujeros en las paredes para poder sujetar las tablas de la cama donde descansaba.
Por aquella época el doctor D. Pedro González Velasco, médico de gran prestigio y de vida apasionante, se enteró de la existencia del gigante y le propuso comprarle su cuerpo. A cambio de esto, una vez fallecido, su cadáver quedaría expuesto en el Museo Antropológico de Madrid. Se sabe que pagaron por él 3.000 pesetas de las de entonces, de las cuales, 1.500 se hicieron efectivas en vida al propio interesado, a razón de 2,50 pesetas diarias, y las restantes fueron debidamente pagadas a sus herederos.
Agustín aceptó la propuesta. Se trasladó a Madrid y empezó a disfrutar la vida con la seguridad de tener dinero para vivir. Se cuenta que, sin preocupaciones económicas, el fabuloso Agustín llevó una vida de excesos. No había sido feliz y parece lógico que quisiera vivir todo lo que no pudo hasta entonces. Al Dr. Velasco no le hacía mucha gracia su estilo de vida y intentaba corregirle. Al parecer, a las reprimendas del doctor el gigante respondía jocosamente "que no se preocupase tanto, cuanto antes muriese, antes tendría su deseado cuerpo y menos gravoso sería para su bolsillo". Poco tiempo después, al gigante le diagnosticaron una tuberculosis ósea en estado muy avanzado, muriendo muy joven, a la edad de 28 años y poniendo fin a una vida desgraciada.
El doctor Velasco embalsamó el cuerpo e hizo un molde de yeso de él, que es el que se exhibe en el museo actualmente.  En el proceso, el cuerpo se contrajo y pasó a medir "solo" 2 metros y 25 cm. 

El doctor Velasco  dedicó todos sus esfuerzos y toda su fortuna en la creación de este museo. Y es el protagonista de una siniestra historia ... que contaremos en el próximo capítulo.






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