miércoles, 9 de mayo de 2012

Almas en pena en Toledo - Don Rodrigo y La Cava (I)




 A orillas del Tajo, en un bonito paraje de Toledo se alza el Torreón del Baño de la Cava.  Es modesto, tiene origen árabe y ni siquiera es un torreón sino el estribo de un puente de barcas que se llevó una riada hacia el año 1200.
Muy cerca de allí se encuentra el Palacio de la Cava o Palacio de los Duques de Maqueda, edificado en el lugar donde se supone que se hallaba un antiguo palacio de los reyes godos.
Este es el escenario de una de las leyendas más importantes de España.  Hay infinitas versiones, novelas y, sobre todo, viejos romances que narran la versión romántica del final del Reino Visigodo en el año 711...

Cava significa prostituta en árabe, un triste apodo para Florinda, la bellísima hija del Conde Don Julián que era un noble visigodo, gobernador de Ceuta.
Fue enviada por su padre a la corte de Toledo, para educarse y para relacionarse con la alta nobleza de la época . Por aquel entonces el rey Don Rodrigo padecía sarna y era Florinda la elegida para que le limpiara los aradores de la sarna con un delicado alfiler de oro, lo que hizo que empezase a fijarse en la bella muchacha...
Ella hincada de rodillas,
él estála enamorando;
sacándole está aradores
de las sus jarifas manos.
Un día de verano que Florinda se estaba bañando en el río, en el lugar que hoy se conoce por el Baño de la Cava, el rey Don Rodrigo contempló su desnudez y eso despertó su lascivia. Comenzó a perseguirla y a requerir sus favores, y ante la negativa de la joven, la violó, aunque otros afirman que ella consintió...
Florinda perdió su flor,
el rey padeció el castigo;
ella dice que hubo fuerza,
él que gusto consentido.

Entre otros regalos , la muchacha envió a su padre un huevo podrido, como señal de su honor mancillado.  Don Julian entendió la afrenta y se tomó venganza pactando con los musulmanes la entrega de España.
Tras varias batallas menores, los musulmanes al mando de Tarik y Muza, derrotaron a los visigodos en la batalla de Guadalete y en pocos años dominaron la mayor parte de la península ibérica.  El reino visigodo se derrumbó entre traiciones y disputas y el Rey Don Rodrigo desapareció en la batalla.
Las huestes de Don Rodrigo
  desmayaban y huían 
cuando en la octava batalla 
sus enemigos vencían

Pasaron los años, y los toledanos que vivían por la zona del puente de S. Martín empezaron a ver por las noches a una mujer desmelenada, con ojos de loca, que deambulaba junto al río, mirando sus aguas y pronunciando palabras incoherentes y gritos lastimeros. Cuando algún valiente se atrevía a acercarse a ella, echaba a correr y se perdía en las sombras de la noche. Un día desapareció y nadie volvió a verla.
Poco después empezaron a ocurrir cosas extrañas. Por las noches comenzó a verse una figura fantasmal, descarnada y seca, en lo alto del torreón del baño de la Cava, mirando hacia lo que fuera el palacio de D. Rodrigo. La figura emitía un grito terrorífico, el viento se agitaba como en una tempestad, y, de pronto, una nueva figura, ésta vestida de caballero con armadura, pero con la cabeza descubierta, aparecía en la torre del palacio. Los dos fantasmas se miraban y entonces era cuando el huracán rugía con más fuerza, la tempestad se desataba y el río se desbordaba inundando la vega.
En los montes cercanos vivía un ermitaño, santo varón dedicado al ayuno y a la oración. Cierta noche, mientras dormía, se le apareció una figura semejante a la que los toledanos veían en el torreón, y le dijo: "Yo soy Florinda la maldita, Florinda la Cava, la hija impura del Conde D. Julián. Cuando me enteré de que España era presa de los hijos de Mahoma por mi pecado, me vine a vivir junto al lugar donde perdí mi honor. Allí estuve durante días hasta que caí muerta en el torreón maldito, y, allí está mi cuerpo sin sepultar. Por las noches llamo a voces a D. Rodrigo, cuya alma también pena por estos lugares, y juntos intentamos pedir perdón a Dios y a los hombres. Ve allí y ayúdanos con tus oraciones". 
Al día siguiente, el ermitaño se dirigió al barrio del Arrabal y reunió una procesión de fervientes cristianos. Al anochecer, con una enorme cruz abriendo la comitiva y todos con teas encendidas detrás, se presentaron en el torreón. Nada más penetrar la cruz en el lugar, el cuerpo putrefacto de Florinda se levantó y se sumergió en el agua del río ante la admiración de todos. Cayeron de rodillas y rezaron sus oraciones. El lugar fue bendecido por el ermitaño y todos volvieron a sus casas.
Nunca más volvieron a verse almas en pena por estos lugares. Aunque hay quien dice que desde el puente de S. Martín, las noches de luna, se ve una figura blanca brillar entre las oscuras aguas del Tajo, hacia la zona del torreón ...

Nada se sabe seguro de la suerte del Rey Don Rodrigo, hay romances que dicen que no murió en la batalla, pero que se vió solo, culpable y derrotado...


Y sobre la suerte de Florinda La Cava, tambien hay varias historias.
Pero todo eso queda para otro capítulo














1 comentario:

  1. Mariano muy buena, soy el amigo de Maite que estuve con mi mujer y los niños que estuvieron en Segovia el sábado pasado en Toledo. te segiré en el blog.

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