En el Convento de Santo Domingo el Real de Toledo se halla el cuerpo momificado del infante Sancho de Castilla y Sandoval que falleció en 1370 en la fortaleza de Toro (Zamora) con tan solo 7 años de edad.
Su
padre, el rey Pedro I el Cruel, fue asesinado por su hermanastro
Enrique de Trastámara, que pasó a ocupar su trono. Cuando muere Pedro I,
el infante con solo un año, es trasladado a la fortaleza de Toro
(Zamora) junto a su hermano Diego, donde murió. Siempre se había creido que fue envenenado por orden de su tío para eliminar un posible competidor en la sucesión , aunque el infante Sancho no era el
primogénito de Pedro I, que tuvo varios hijos con tres mujeres y otros
tantos sin reconocer.
En el año 2006 se sometió al pequeño cadáver a un
minucioso estudio morfológico, anatomopatológico y toxicológico
realizado por un equipo multidisciplinar y en el que se utilizaron las últimas tecnologías,
concluyendo que la causa de su muerte no fue el envenenamiento como se
sospechaba, sino un proceso infeccioso agudo pulmonar. La microscopía
electrónica de barrido no detectó la presencia de tóxicos como
arsénico, cianuro o mercurio, muy utilizados en la Edad Media, y los investigadores vieron improbable que el joven infante muriera envenenado.
Se supone que la infección pulmonar le produjo grandes fiebres que le deshidrataron y que facilitaron el proceso de momificación.
Las monjas del convento le llaman cariñosamente "Sanchito", y le tienen bien cuidado y primorosamente vestido de monaguillo.
Las monjas del convento le llaman cariñosamente "Sanchito", y le tienen bien cuidado y primorosamente vestido de monaguillo.
Incluso parece ser que no ponen demasiados reparos para enseñarlo a las visitas.
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